Crónicas de un Freelance encerrado: me fui de Corea

Viajar es jodidamente genial, pero cuando tienes que decir adiós 👋 a un lugar es súper triste. Mucho más porque mi despedida de Corea fue algo nostálgica. Si me siguen desde hace tiempo, saben que tengo una conexión emocional muy fuerte con ese país.

La última comida coreana la noche antes de irme

Y sí, es porque me gusta mucho la cultura, la comida, la música y sus producciones dramáticas.

Así que cuando llegó el momento de irnos, estaba muy triste. Recuerdo que esa noche antes de irnos, nos quedamos en casa de nuestros amigos en Corea, porque el bus que iba directo al aeropuerto, pasaba a las 5:30 am a 2 cuadras del apartamento de mis amigos.

Mi amigo Bernardo y José Miguel, la noche antes de irnos

Corea del Sur, Febrero 2020

Nos dormimos esa noche súper tardísimo hablando y acomodando las maletas. Recuerdo que me desperté a las 4:30 am a hacer arepas, hice 2 con diablitos para mi y Jose Miguel, y le dejé a mi amigo Bernardo 2 de atún 🌝.

La prueba de que Bernardo se comió las arepas con atún

Estuve tanto tiempo entretenida cocinando que olvidé que había que salir al menos a las 5:10 am. Cuando me percaté de la hora, comencé a corretear por doquier.

Desperté a Bernardo (mi amigo) y le dije que ya era tarde, llamé a Jose Miguel y de pronto todos estábamos corriendo por la casa. Sacando apurados las maletas, bajando desde un piso 20. Mi amigo aún entre dormido y despierto sin saber que estaba pasando 😰.

De pronto se terminó de despertar y agarró las llaves de la camioneta y comenzó a caminar rápido en el estacionamiento. Yo de los nervios repetía una y otra vez “nos va a dejar el bus”.

Mi amigo decía con fe: no no no, ya vamos a llegar. Teníamos 10 minutos para llegar, mi amigo iba a toda máquina y no saben lo que pasó al llegar a la parada del bus.

Al llegar, justo poniendo un pie fuera de la camioneta de mi amigo y zaaaas, estacionándose el bus.

El corazón se me iba a salir, bajamos rápidamente, me temblaban las manos y las piernas, agarrando los bolsos y las maletas y finalmente nos despedimos de mi amigo Bernardo y nos montamos en el bus.

Llegamos en la súper raya como si se tratase de una película de suspenso. ¿Conoces esa escena icónica donde Zac Efron en Hight School Musical encesta la pelota en el último segundo? Bueno, así me sentí.

Ahora bien, mi estrés era porque si el bus nos dejaba, habríamos tenido que pagar un taxi que nos habría costado aproximadamente unos 100$ 😰 el cual no quería gastar porque como ya lo mencioné, soy viajera de bajo costo (forma bonita de decir que soy pobre).

Afortunadamente, todo salió bien, pero me costó alrededor de unos 3 micro infartos en el proceso.

Llegamos al aeropuerto justo 3 horas antes del vuelo, hicimos check in, para ese momento, aun no era necesario presentar prueba de PCR. Dejamos las maletas y cruzamos a la zona de embarque.

Dato curioso: Nunca me he hecho la prueba del PCR, no la he necesitado y mucho menos ahora que ya tengo la primera dosis de la vacuna.

Esta foto se la enviamos a Bernardo cuando recién cruzamos la zona de embarque.

El aeropuerto estaba bastante solo para como normalmente era, ya que para la fecha, estaba prohibida la entrada a Corea de vuelos provenientes de China.

El avión también iba casi vacío. Recuerdo que podía agarrar hasta 3 puestos para mi sola y acostarme.

Llegamos a Kuala Lumpur casi a las 4:00 pm del día 7 de febrero del 2020. Mi llegada a Malasia ya la conocen, y si no, les dejo el enlace aquí donde en mi diario de 23 días practicando la resiliencia, les compartí desde el día 1, todas las locuras que pasé en mi Airbnb en Kuala Lumpur.

En el próximo capítulo, les hablaré de cómo fue llegar a Malasia y todo lo que viví durante 1 mes de infierno.