Crónicas de un freelance encerrado: El infierno en el AIRBNB de Kuala Lumpur

Mi llegada a Malasia fue a la capital, Kuala Lumpur. Como les dije en el primer capítulo, tenía reservado para 30 días un Airbnb.

El hospedaje según la publicación era muy bonito, resaltaban mucho el hecho de que el edificio tenía piscina, sala de juegos y además estaba a 15 minutos en carro de las torres Petronas que se podían apreciar desde el balcón de la habitación.

Kuala Lumpur, 7 de febrero 2020

Cuando llegamos al aeropuerto, agarramos un taxi que tardo alrededor de 45 minutos hasta el hospedaje. Yo dormí durante todo el viaje porque estaba súper cansada.

Sin embargo, la chofer del taxi hablaba inglés, entonces Jose Miguel estuvo durante todo el viaje conversando con ella.

Al llegar al hospedaje, nos recibió alguien que decía ser un simple subordinado del fulano “dueño” del hospedaje, lo pongo entre comillas porque eso siempre fue un misterio absurdo.

Subimos, era en un piso 14. Al entrar al apartamento mi primera impresión fue de una casa de alguien mayor. La decoración era muy de época de antaño, pero ok, con tal que este “limpio” todo bien, fue lo que pensé.

Pero al entrar a la habitación, mi expectativa se fue al piso porque la habitación realmente no se veía como en la publicación. El cuarto olía horrible a humo de cigarro.

Un pedacito del cuarto, esta soy yo posando con la escoba de esa casa

Asumí que era porque el anterior invitado, fumaba dentro de la habitación y las cortinas (súper gruesas) se impregnaron del humo del cigarro.

Hacía un calor 🔥 horrible unos 33 grados aproximadamente, la sensación era como de que faltaba oxígeno y estábamos empegostados por tanta humedad. Recordemos que venía de Corea en donde estaba a -16 grados, fue un cambio súper radical

Intentamos prender el aire acondicionado y fue una locura, el aire tenía un papel que decía que cobraban 0,50 $ por cada hora de uso. Incluso tenía un medidor 😵.

Cosa que tampoco estaba en el anuncio del Airbnb, indignados con tanta porqueria, nos fuimos a bañar y bueno, el baño era un asco. Las fotos de tan desagradable situación las subí en “23 días ejercitando la resiliencia”.

El baño asqueroso, super desagradable

Ya hasta ese punto me dolía la cabeza, cansada recién llegada de viajar unas 8 horas me dispongo a cocinar para hacer cena y entonces la tapa del frasco.

No habían utensilios para cocinar 🍳. Entonces un inquilino (mi estrella Joe) de esa casa que nos vio desesperados haciéndonos miles de preguntas, nos explicó la situación y nos dijo que cada quien tenía que tener sus propios utensilios.

Nos dijo que podíamos usar su sartén, si necesitábamos cocinar ese día. Lo cual agradecí.

El sartén de Joe

Ese día me fui a dormir con un gran dolor de cabeza. Al día siguiente contactamos a Airbnb para pedir que nos cambiaran de hospedaje por todas las cosas negativas que vimos en ese hospedaje y Airbnb nos negó el cambio. En lugar de eso nos ofreció pagar los utensilios de cocina que compráramos.

Utensilios que compramos

No fue la mejor solución, pero me sorprendió que hayan pagado eso. Fue inmediato, apenas hicimos la compra, enviamos la factura y nos hicieron el reembolso.

Y bueno, el resto es historia detallada que podrán encontrar en “23 días practicando la resiliencia”, aunque si ya leíste ese blog dándome apoyo moral en ese momento, de seguro recuerdas a Joe 😂.

Un saludo para las fanáticas de Joe

En el proximo capítulo hablaré sobre mi traslado de Malasia a Turquía.