Llegando a Venezuela: Mi primera impresión

Luego de un viaje de 18 horas corridas, te podrás imaginar lo agotados que estabamos José Miguel y yo. Aunque fue «cómodo», igual tanto tiempo sentado hace que la espalda duela y los pies se hinchen.

No te voy a negar que tenía mucha ansiedad con la llegada a Venezuela. Principalmente por tantas cosas que se leen en redes sociales. Tantos testimonios, unos buenos y otros malos, que al final me sentía a la expectativa de con qué me podía encontrar.

Cuando bajamos del avión, lo primero que me recibió fue el fuerte calor que representa a nuestro caribe. Yo venía con 2 capas de ropa porque veníamos de clima frío, asi que era un horno andante.

Tenía tantas emociones encontradas que mi mente solo estaba en blanco. Pensé que con todo lo que me había pasado antes de llegar (la muerte de mi papá) me iba a quebrar en llanto pero no.

Migración y prueba del PCR

Una vez que abandonamos el avión, nos dirigimos hacia un lado donde habían muchas mesas con personas vestidas con trajes de protección sanitaria.

En este área, nos solicitaron el código QR que mencioné en el artículo anterior llamado «De España a Venezuela» y junto a eso nos pidieron el comprobante de pago de la prueba PCR.

Todo fue muy rápido, nos dieron un papelito escrito a mano con un número y nos mandaron a pasar por una cabina de desinfección.

Pasamos a hacernos la prueba PCR y yo iba muy nerviosa. A pesar de que la prueba que me hice en Turquía no fue tan traumática, muchos de ustedes me dijeron que en Venezuela las enfermeras te daban en la naríz como a cajón que no cierra y que no obstante de eso se quedaban dandole vuelta al hisopo como por 5 segundos.

Yo cuando me senté, puse mi mejor cara de tragedia, asumiendo de una vez que iba a ser doloroso. La enfermera me miró con cara de WTF alzando una ceja 🤨 y procedió a hacerme la prueba.

Para mi sorpresa, casi que solo me puso el hisopo en la entrada del orificio de la naríz y ya. Puedo decir que entre esa prueba y la de Turquía, la de Turquía si fue dolorosa. Esa prueba PCR del aeropuerto fue casi que un chiste, la enfermera que me tocó a mi estaba de buen humor 😄.

Luego de eso caminamos hasta el área de migración. El proceso fue tan rápido que no lo podía creer. Esa sensación de estar en tu país es inexplicable. En tu país no vas a pasar por el estrés de tu pasaporte ni nada, es tu país y ya.

Yo tenía un miedo pendejo, sinceramente no sé por qué, pero era una sensación rara.

Eso sí, antes de ponerme el sello de entrada me preguntaron mi dirección, mi número de teléfono y a qué me dedicaba. Esa parte no la entendí.

Tampoco entendí por qué no pidieron el papel que te hacen llenar en el avión con tus datos para notificarte si alguien tuvo COVID en el vuelo.

La nostalgia de sentirme en casa

Luego de eso, fuimos a buscar las maletas, pero cuando esperaba y miraba alrededor del área me dio mucha nostalgia. Estaba sonando una gaita de fondo y estaba la bandera de Venezuela bien grandota en todos lados, algo que me gritaba «estás en Venezuela».

Retiramos las maletas, pasamos por el control de seguridad donde te escanean el equipaje antes de salir del aeropuerto (algo que solo he visto que hacen en Venezuela y me pareció curioso) y finalmente ya estabamos en Venezuela. Yo no les puedo describir como me sentía pero lo que sí, es que mi corazón iba a mil por hora.

Les juro que si veía a mis suegros en toda la salida donde reciben a los que van llegando, iba a soltar el lagrimero pero, mis suegros no habían llegado aún. Miré con nostalgia a muchas familias reencontrarse y sentí algo de envidia.

Mientras esperabamos que nos vinieran a buscar, por supuesto que me dio hambre y por supuesto que tenía muchas ganas de comerme unas empanadas con malta pero los precios me quitaron el hambre de manera instantánea.

¿Una Venezuela dolarizada con inflación en dólares?

Para los que han ido a recibir a alguien a Maiquetía o han llegado de otro país por ese aeropuerto, sabrán que en frente de la puerta de donde salen los que vienen llegando a Venezuela están unos locales de comida.

Por supuesto está el local de arepas y fue al primero que llegué a preguntar.

Una arepa con un contorno costaba 5$, con dos contornos 6$. Yo quería una arepa de Perico. En mi cabeza era: ¿Tu me estás vendiendo una arepita con huevo y tomate en 5$? ¿Te volviste loco?

Decepcionada de esos precios, me fui al local de al lado que es más como una panadería y pregunté por los «cachitos». Un cachito chiquito triste y con moscas revoloteando en la vitrina, 2$. No gracias.

Esperamos a que vinieran mis suegros a buscarnos. Una hora mas tarde ya estabamos de camino a Valencia, mi ciudad natal pero con un hambre del demonio, paramos en varias estaciones de servicio y los precios eran absurdos para mi, arepas en 6$, empanadas en 3$.

Soporté mi hambre hasta llegar a la casa porque sentía que los precios eran un completo abuso. Sin embargo, eso solo fue el comienzo de todo el disparate de precios a los que me enfrentaría más tarde.

En el próximo capítulo hablaré del costo de vida en Venezuela con la lista de precios actualizada.